¿Por qué cuesta tanto poner límites?

Algo que siempre escuchamos es que para relacionarnos de forma sana con los demás y mantener nuestra autoestima es necesario poner ciertos límites y decir que no en algunas situaciones. Pero aunque lo sabemos y nos lo repetimos hasta la saciedad nos cuesta mucho llevarlo a la práctica y no entendemos por qué nos cuesta tanto poner límites.

¿Por qué ocurre esto?

Para entenderlo, tenemos que conocer cómo funcionamos los humanos. Ante cualquier situación, y como forma de adaptarnos al medio rápidamente y evitar el sufrimiento, los humanos realizamos comportamientos que nos den resultados beneficiosos lo antes posible (a corto plazo).

Esto indica que estamos actuando de forma inteligente (repito, a corto plazo) pero dichas consecuencias beneficiosas no siempre se mantienen en el tiempo.

Imaginemos que el análisis de esta conducta fuese como un iceberg:

La parte visible es lo que ocurre en un momento concreto o en el corto plazo de una situación mientras que la parte sumergida en el agua son las consecuencias que obtenemos en el medio / largo plazo.

Vamos a ver entonces la diferencia entre poner o no poner límites y lo que ocurre teniendo en cuenta esto.

Una vez sabido esto entendemos que el motivo por el cual nos cuenta tanto poner límites o decir «no» no es porque no sepamos hacerlo, al fin y al cabo es una «tarea tan simple» como verbalizar una palabra o frase concreta. El verdadero motivo por el que resulta tan difícil es porque nos sentimos mal en el momento en el que lo hacemos u obtenemos consecuencias negativas en el corto plazo que no queremos experimentar.

De ahí que, como seres inteligentes, intentemos librarnos de ello de cualquier forma, y la forma más rápida y efectiva es abandonar nuestros intentos de poner límites o negarnos a algo.

La única forma de empezar a poner límites y decir «no» es permitirnos experimentar esas consecuencias negativas a corto plazo sabiendo que, a largo plazo, nos lo agradeceremos a nosotros mismos y nos sentiremos mejor.

Algunas consecuencias a corto plazo que hacen que cueste tanto poner límites son:

· Sentir que somos egoístas o malas personas.

· Pasar un día o varios sintiendo malestar o

arrepentimiento.

· Que nos acompañe el miedo a no ser queridos.

· Que los demás se enfaden con nosotros o

cambien su actitud.

· Que nos hagan chantaje emocional.

Síguenos en rrss o contáctanos

Últimas entradas

¿Necesitas información?

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la política de privacidad y términos del servicio de Google.

*El contenido de este blog es informativo y explicativo. En ningún caso sustituye al proceso de terapia psicológica. Si crees que necesitas ayuda, por favor, ponte en contacto con un profesional de la salud mental.

Esta web utiliza cookies para mejorar nuestros servicios, analizar y personalizar tu navegación. Puedes cambiar la configuración u obtener más información en nuestra Política de Cookies.