¿Cómo puedo tener más autocontrol o fuerza de voluntad?

Hay una parte de nosotros que actúa movida por los impulsos y busca una recompensa inmediata. Y otra que controla los impulsos y pospone la recompensa para proteger nuestras metas a largo plazo. Esta segunda es lo que llamamos autocontrol o fuerza de voluntad.

Tendemos a pensar que la fuerza de voluntad es algo con lo que se nace, que unas personas tienen mas que otras, pero esto no es así. Es cierto que puede haber gente con más o menos predisposición a experimentar una activación mayor o menor de su sistema nervioso. Y que esto influya en la dificultad para poner en marcha el proceso de autocontrol. Pero realmente el autocontrol es algo que se entrena y que se debe trabajar día a día ya que es algo que podemos cambiar.

Partiendo de esta base solemos encontrarnos una situación que se da de forma generalizada. Cuando nos proponemos empezar a entrenar nuestro autocontrol cometemos el error de pretender tenerlo en todas y cada una de las situaciones que se den de ahora en adelante. Pero eso es imposible, probablemente te haya pasado que te has propuesto autocontrolarte y las dos primeras horas del día ha funcionado pero después se ha convertido en una tarea cada vez más complicada (a veces insufrible).

Esto ocurre porque el autocontrol es como un músculo. Cuando lo utilizamos, se cansa y si no lo dejamos descansar podemos quedarnos sin fuerzas.

Siempre pongo el mismo ejemplo: imagina que decides empezar a ir al gimnasio y nada más llegar pretendes levantar una pesa de 100kg. Imposible ¿verdad? Lo más inteligente en este caso sería empezar a levantar durante varios días pesas de medio kilo (o incluso a veces realizar el movimiento sin peso). A medida que nuestro bíceps va cogiendo fuerza empezar a cargar más peso progresivamente a lo largo de los días, semanas o meses.
Pues eso es exactamente lo que ocurre con el autocontrol o fuerza de voluntad: necesita tiempo y entrenamiento diario «con poco peso» para ir desarrollando la capacidad lentamente.

De ahí la importancia de entrenarnos con acciones simples, permitiéndonos controlar solo determinadas cosas (aunque el resto de momento siga descontrolado, no pasa nada). Pero esto es lo que hará que tu músculo del autocontrol cada vez tenga más tolerancia para asumir nuevos retos y cada vez más grandes o que requieran de más esfuerzo o energía.

No es lo mismo proponerte no comer postre solo hoy que proponerte no volver a comer postre en toda la semana. Y lo mismo ocurre con cualquier comportamiento que queramos reducir/eliminar o empezar a hacer.

Es más, aunque lo que hagas como «entrenamiento» no tenga nada que ver con tus metas más importantes, si usas tu fuerza de voluntad cada día, incluso en cosas banales o sencillas. Cada vez tendrás más fuerza de voluntad para alcanzar aquello que tanto te cuesta. Por ejemplo: levantarte del sofá para ir a por agua en vez de pedírsela al que esté en la cocina. O volver a guardar un libro en su estantería en vez de dejarlo en cualquier parte de la casa.

A veces el primer paso para entrenar el autocontrol es simplemente empezar a darnos cuenta de aquello que ocurre en nosotros que nos impide o dificulta autocontrolarnos.

Te propongo un ejercicio:

Esta semana comprométete a observar el proceso de ceder a tus impulsos (en una acción concreta o de forma generalizada). Ni siquiera necesitas fijarte aún la meta de tener más autocontrol. Descubre si puedes pillarte cada vez con mayor rapidez en ello, detectando los pensamientos, los sentimientos y las situaciones que aparecen ante ese impulso. ¿Qué piensas o te dices que te ayuda a sucumbir a él?

Fuente: McGonigal, Kelly. Autocontrol (Crecimiento personal) (Spanish Edition) (p. 21). Urano Ediciones Sa. Edición de Kindle.

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